lunes, 18 de noviembre de 2013

Comer mejor para ser más inteligente

Una buena alimentación ayuda a crecer en buena salud, ¿pero pueden unos habitos alimenticios correctos hacernos más inteligentes? Los investigadores europeos del proyecto Nutrimenthe así lo creen. Están convencidos de que unos determinados nutrientes ayudan al organismo a desarrollarse mejor y a mejorar las capacidades cognitivas de los niños. El programa Nutrimenthe se desarrolla en nueve paisés diferentes y supervisa a mas´de 15.000 menores. El estudio comienza en el útero materno y sigue la evolución del recién nacido hasta que alcanza la mayoría de edad.
Para medir el desarrollo intelectual y la memoria, los científicos emplean tecnología de vanguardia. Las informaciones recabadas en los países que integran la investigación se analizan en la ciudad holandesa de Rotterdam, donde los expertos también llevan a cabo completos exámenes médicos, tanto de las madres como de sus hijos y de sus hábitos alimenticios.
Está claro que el embarazo es un periodo muy importante en la vida, explica el profesor Henning Tiemeier. Es entonces cuando los órganos comienzan a desarrollarse. Pero también estudiamos la dieta que se sigue en los años posteriores. Empezamos con la leche materna y seguimos con el resto de alimentos, incluyendo chocolatinas y refrescos. Estudiamos si el niño pica entre horas o no. Porque todo ello tiene su influencia en el desarrollo del cerebro y la conducta.
Combinando pruebas físicas y psiquicas, los investigadores son capaces de componer un boceto del desarrollo de los pacientes valiosísimo para otros estudios.
Para estudiar el desarrollo físico del cerebro se utilizan resonancias magnéticas. A diferencia de otros órganos, el cerebro continuá desarrollándose en la edad adulta. Y una dieta rica en ácido fólico y ácidos grasos puede ser crucial en ese proceso.
Las funciones cognitivas no están relacionadas exclusivamente con la dieta, reconoce la profesora Tonya White. Hay otros factores que también influyen, como la inteligencia de los progenitores o el entorno en el que crece una persona, que puede ser muy estimulante o todo lo contrario. Todo eso juega un papel importante en el desarrollo del cerebro y las funciones cognitivas. Hay cosas que no se pueden separar. Y lo mejor es darle al niño todas las opciones que existen: que tenga una buena alimentación, un buen entorno y, por supuesto, unos buenos padres.

Un análisis detallado de los datos recogidos en este estudio debería arrojar las recomendaciones dietéticas precisas para que un niño se desarrolle de forma adecuada y crezca intelectualmente. Los científicos esperan obtener así efectos positivos en todos los ámbitos, no sólo en el social.

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