Ahora, el equipo de Jeffrey D. Palmer, de la Universidad de Indiana en la ciudad estadounidense de Bloomington, ha documentado una notable expansión del genoma de las estructuras críticas para la generación de energía de la planta. Sus mitocondrias, orgánulos productores de energía, en una demostración casi épica de transferencia horizontal de genes, han adquirido ADN de seis genomas distintos, uno de un musgo, tres de algas verdes y dos de otras plantas de flores.
La transferencia horizontal de genes es una forma poco habitual pero importante de transferencia de genes entre especies. Se produce cuando una porción de ADN de una especie se introduce en el de otra.
El nuevo y espectacular caso de transferencia horizontal de genes ahora documentado constituye la primera vez en que se comprueba que un orgánulo ha capturado genomas mitocondriales ajenos completos, y la investigación ofrece la primera descripción de una planta terrestre que adquiere genes de algas verdes.
Entre las epífitas típicas en la Amborella figuran musgos, hepáticas, helechos y otras plantas de flores. Las hojas y ramas de la Amborella están cubiertas predominante de líquenes, C y F, hepáticas, D, y musgos, E. (Fotos: Jérôme Munzinger)
El ADN que las mitocondrias de la Amborella absorbieron mediante la transferencia genética horizontal, y que han conservado hasta ahora, suma un total de al menos un millón de pares de bases, incrementando su genoma mitocondrial hasta el enorme tamaño de 3,9 millones de pares de bases, en marcado contraste con el genoma mitocondrial de una planta típica, cuyo tamaño es de alrededor de 500.000.
Los resultados de la investigación aportan evidencias a favor de la hipótesis de que las mitocondrias de las plantas pueden adquirir nuevos rasgos a través de la fusión con las mitocondrias de otras especies. En la Amborella, las mitocondrias tienen amplias oportunidades de entrar en contacto con las de otras plantas, por ejemplo, epifitas, plantas que crecen sobre otras plantas. Cuando sufren una herida, las Amborella a menudo activan un crecimiento rápido en el sitio afectado, lo que puede funcionar como una placa de Petri virtual para las mitocondrias de diferentes especies que entran en contacto directo unas con otras. Esto, junto con una baja tasa de pérdida de genes mitocondriales con el paso del tiempo, ha permitido una enorme acumulación de ADN mitocondrial ajeno en la Amborella.
En la investigación también han trabajado Danny W. Rice, Andrew J. Alverson, Aaron O. Richardson, Gregory J. Young, M. Virginia Sánchez Puerta y Eric B. Knox, de la Universidad de Indiana en Bloomington, Estados Unidos; Jérôme Munzinger, del Laboratorio de Botánica y Ecología Vegetal Aplicadas de Nueva Caledonia (territorio isleño adscrito a Francia y situado en el sector sudoeste del Océano Pacífico); Kerrie Barry y Jeffrey L. Boore, del Instituto Conjunto del Genoma en Walnut Creek, California, así como Yan Zhang y Claude W. de Pamphilis, de la Universidad Estatal de Pensilvania, en University Park, estas dos últimas instituciones en Estados Unidos
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