sábado, 15 de febrero de 2014

Agua y materia orgánica aportadas a la Tierra gracias a polvo proveniente del espacio

Las conclusiones de una investigación reciente indican que las partículas de polvo interplanetario pudieron aportar agua y compuestos orgánicos a la Tierra y a otros planetas de tipo terrestre (rocosos), como por ejemplo Marte.

En la Tierra y otros cuerpos del sistema solar cae constantemente polvo interplanetario (polvo proveniente de cometas, asteroides y restos de "material sobrante" de la formación del sistema solar). Estas partículas son bombardeadas por el viento solar, principalmente iones de hidrógeno. Este bombardeo de iones provoca alteraciones en los silicatos presentes en sus minerales y libera oxígeno, el cual puede reaccionar con el hidrógeno y crear moléculas de agua.

Resulta emocionante la posibilidad de que esta afluencia de polvo haya actuado como una lluvia continua de pequeños recipientes de reacción que contenían el agua y la materia orgánica necesaria para que surgiera la vida en la Tierra y posiblemente en Marte, tal como apunta Hope Ishii, coautora del estudio e investigadora en el Instituto de Geofísica y Planetología en la Universidad de Hawái en Manoa, Estados Unidos.

Este mecanismo de suministro simultáneo de agua y compuestos orgánicos también funcionaría para los exoplanetas, planetas en órbita a otras estrellas. El polvo y los iones de hidrógeno provenientes de su estrella madre permitirían que este proceso ocurriera en casi cualquier sistema planetario.

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Las partículas del polvo interplanetario poseen agua generada con hidrógeno del viento solar. (Imagen: John Bradley, UH SOEST/ LLNL)

Los resultados del nuevo estudio tendrán importantes repercusiones para la geoquímica. Los cuerpos cósmicos que no poseen atmósfera, como los asteroides y la Luna, pero en los que abundan los silicatos y que están constantemente expuestos al viento solar, podrían albergar cantidades significativas de agua. De hecho, este mecanismo de formación de agua ayudaría a explicar la procedencia del agua congelada presente en las regiones de la Luna que están permanentemente a la sombra.

En esta investigación también han trabajado expertos del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, y la Universidad de California en Berkeley, todas estas instituciones en Estados Unidos.
http://noticiasdelaciencia.com/not/9534/agua_y_materia_organica_aportadas_a_la_tierra_gracias_a_polvo_proveniente_del_espacio/

Logran identificar, dos siglos después, la cepa de la bacteria del cólera que causó millones de muertes

Trabajando con una muestra de casi 200 años de un intestino preservado, unos investigadores han rastreado el origen y la identidad de la cepa bacteriana culpable de una pandemia de cólera que mato a millones de personas.

Utilizando técnicas sofisticadas, estos científicos de la Universidad McMaster en Canadá y la Universidad de Sídney en Australia, han mapeado el genoma completo de esta escurridiza cepa bacteriana de principios del siglo XIX. Lo descubierto en la investigación es significativo porque, hasta ahora, los científicos no habían conseguido identificar las cepas más antiguas de cólera responsables de epidemias con este alcance geográfico. El descubrimiento mejora significativamente el conocimiento científico sobre el origen del patógeno y aporta esperanzas de que se puedan desarrollar mejores tratamientos y técnicas de prevención.

Los autores del nuevo estudio han confirmado la identidad de la cepa de cólera que, según todos los indicios, fue la culpable de cinco de las siete epidemias que asolaron a la humanidad en el siglo XIX y que con casi toda probabilidad comenzaron en las aguas del Golfo de Bengala.

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Alison Devault examinando una muestra de intestino contaminado por bacterias del cólera. (Foto: Universidad McMaster)

Esta cepa del cólera había permanecido envuelta en el misterio debido a la imposibilidad de encontrar muestras tomadas de las primeras víctimas y analizarlas debidamente. El patógeno se desarrolla en el intestino, y nunca alcanza los dientes o los huesos, por lo cual no es posible hallar vestigios de su ADN en los restos óseos, los que más tiempo perduran tras el fallecimiento de una persona. Por eso, aunque se sabe de muchas tumbas en las que fueron enterradas personas fallecidas de cólera en tales epidemias, el acceso al ADN histórico del cólera se consideraba imposible, ya que solo se puede encontrar tal ADN en los restos de tejidos blandos.

El equipo de Alison Devault, Hendrik Poinar, Brian Golding y Eddie Holmes supieron de la existencia de una notable colección de muestras de tejido conservada en el Museo Mutter, en Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos. Este museo fue establecido por el Colegio de Médicos de Filadelfia en 1858, después de que la población de la propia ciudad fuera diezmada años antes.

Los investigadores tomaron muestras de tejido intestinal conservado en dicha colección. El tejido perteneció a un hombre que falleció por causa de la enfermedad durante la pandemia de 1849. Los análisis de las muestras permitieron extraer información, a partir de diminutos fragmentos de ADN, para reconstruir el genoma de esa cepa de la bacteria Vibrio cholera.

Los resultados podrían conducir a un mejor conocimiento del cólera y de su cepa actual, la cual reemplazó a la cepa clásica en la década de 1960 por razones desconocidas, y que es responsable de epidemias recientes, incluyendo la que se desencadenó tras el último gran terremoto de Haití.

La Organización Mundial de la Salud estima que hay de tres a cinco millones de nuevos casos de cólera cada año. De las personas enfermas, entre 100.000 y 120.000 fallecen a causa de esta enfermedad
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