viernes, 16 de mayo de 2014

Paridad en ratones de laboratorio

Los Institutos de Salud de EE UU exigen el equilibrio de género en experimentos con animales

Se pretende afinar los efectos en mujeres en el diseño de fármacos

Los Institutos Nacionales de Salud de EE UU solo financiarán las investigaciones que respeten el equilibrio de género desde el laboratorio. / ASSOCIATED PRESS
Los efectos de un medicamento no son necesariamente iguales en un hombre que en una mujer. Por eso, las compañías que desarrollan fármacos —aunque ha costado décadas— tienen cada vez más presente el equilibrio de género en la selección de los participantes en los ensayos clínicos, donde se analiza la eficacia de las nuevas moléculas, se mide las reacciones que provocan o cómo se asimilan, entre otros aspectos.
No sucede lo mismo en las fases iniciales del diseño de un medicamento: las pruebas con animales o con cultivos celulares. Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH por sus siglas en inglés), la mayor red mundial de investigación biomédica, quieren dar un vuelco a esta situación e introducir la variable de género también en estas etapas tempranas. Si se usan ratones (o cerdos, o perros) macho en los estudios, también deberán emplearse hembras. Y cuando se analice en el laboratorio cómo reaccionan las células humanas al fármaco, habrá que emplear cultivos desarrollados a partir de muestras de hombres, pero también de mujeres.
Los NIH son la mayor red mundial de investigación biomédica
No es una sugerencia. En un artículo publicado el miércoles en Nature, el director de los NIH, Francis Collins, y la directora de la división de investigación en salud de la mujer, Janine Clayton, plantean que desde octubre los trabajos financiados por esta entidad deberán respetar el equilibrio de género en animales y cultivos celulares, salvo excepciones justificadas.
Si el fármaco se va a usar con mujeres, es lógico que estén representadas en todas las fases del estudio”, relata Salvador Peiró, director del área de investigación en servicios de salud del Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP) de Valencia.
Hace décadas era corriente excluir a las mujeres en los ensayos clínicos. Ante el riesgo de que alguna de ellas estuviera embarazada y que como consecuencia de la administración del fármaco en desarrollo el feto sufriera alguna malformación se discriminó su participación.

MÁS Isido,

En 1993, los NIH dieron un paso similar al actual al exigir la inclusión de mujeres en todos los proyectos financiados por este organismo público. Ahora, como recuerdan los autores del artículo, más de la mitad de los participantes en ensayos ya son mujeres. Y se ha extendido la presencia femenina en los estudios sobre fármacos, como admite Javier Díez, investigador del CSIPS que ha participado en más de 30 ensayos clínicos de vacunas. Y ello, a pesar de que en España no existe ninguna norma que exija mantener cuotas en los ensayos clínicos.
La intención de los autores del artículo es extender la presencia femenina más allá de los ensayos, hacia las pruebas preclínicas; lo que consideran de especial relevancia ya que, en función de los resultados obtenidos, “se pueden orientar mejor los posteriores ensayos clínicos”.
No solo es importante, sino necesario mantener un equilibrio de género” en todas las pruebas, desde el laboratorio a los ensayos, “puesto que se ha comprobado que entre las mujeres hay más efectos secundarios a los medicamentos que en los hombres”, apunta Amparo Alemany, presidenta de la Asociación Española de Compañías de Investigación Clínica, unas entidades que funcionan de intermediarias entre los investigadores y los laboratorios que financian los estudios.
José Vicente Castell, director del Instituto de Investigación del hospital La Fe de Valencia apuesta por ser flexible en la aplicación de la medida que impulsan los NIH. “En mi área, la toxicidad hepática, apenas hay diferencias de género”, comenta. E introduce un nuevo debate: “Creo que hay más diferencias entre etnias que de género ”.

Descubren un planeta a 155 años-luz de la Tierra

Se ha descubierto un exoplaneta (planeta de fuera de nuestro sistema solar) alrededor de GU Psc, una estrella con una masa tres veces menor que la del Sol y situada en la constelación de Piscis.
El equipo internacional de investigación, liderado por Marie-Ève Naud, de la Universidad de Montreal en Canadá, ha conseguido encontrar este planeta, GU Psc b, combinando observaciones hechas desde los Observatorios Gemini (uno en Hawái y otro en Chile), el Observatorio Astronómico del Monte Mégantic en Canadá (OMM), el telescopio CFHT (por las siglas de "Canada-France-Hawaii Telescope"), y el Observatorio W.M. Keck, en la cima del Mauna Kea, Hawái, Estados Unidos.

La distancia entre el nuevo planeta y su estrella es unas 2.000 veces mayor que la existente entre la Tierra y el Sol, un récord de máxima distancia de entre las distancias de los exoplanetas conocidos a sus respectivas estrellas. En función de esa distancia, se estima que GU Psc b necesita aproximadamente 80.000 años para completar una órbita alrededor de su estrella.

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Recreación artística del planeta descubierto. (Imagen: Lucas Granito)

Los investigadores también se aprovecharon de la gran distancia entre el planeta y su estrella para obtener imágenes. Comparando aquellas obtenidas en diferentes longitudes de onda (colores) desde el OMM y el CFHT, pudieron detectar correctamente el planeta.

Los investigadores estaban observando el vecindario de GU Psc porque la estrella acaba de ser identificada como miembro del joven grupo estelar AB Doradus. Las estrellas jóvenes (de sólo 100 millones de años) son objetivos principales para la detección de planetas a través de toma de imágenes, porque los planetas que pueda haber a su alrededor aún deben estar enfriándose y por tanto son más brillantes. Esto no significa que exista una gran cantidad de planetas similares a GU Psc b, tal como advierte Étiene Artigau, del equipo de investigación.

En años venideros, los astrofísicos esperan detectar planetas que sean parecidos a GU Psc b pero mucho más cercanos a sus estrellas, gracias, entre otras cosas, a nuevos instrumentos como el GPI (Gemini Planet Imager, o Cámara de Planetas del Gemini), instalado recientemente en el Telescopio Gemini Sur, en Chile. La proximidad de estos planetas respecto a sus estrellas los hace mucho más difíciles de observar, y por eso se necesita instrumental más sofisticado que el actual
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El planeta GU Psc b y su estrella GU Psc. (Foto: Universidad de Montreal)
http://noticiasdelaciencia.com/not/10385/descubren_un_planeta_a_155_anos_luz_de_la_tierra/

Hallada la especie más joven de diplodócido conocido y la única de Sudamérica

Científicos de Argentina han encontrado una nueva especie de dinosaurio saurópodo, nombrada como Leinkupal laticauda, el único registro de la familia de los diplodócidos (Diplodocidae) en América del Sur y último de ellos que sobrevivió en el mundo, ya que los de otros continentes son más antiguos. El trabajo se acaba de publicar en la revista PLOS ONE y da cuenta de un dinosaurio de pequeño tamaño en comparación con los de su estirpe, pero con una poderosa cola.

Para seguir la pista a este descubrimiento hay que remontarse algunos años, según la información que los autores le han proporcionado a DiCYT. Hacia fines de los años 90, el famoso paleontólogo argentino José Fernando Bonaparte comenzó a destacar la importancia que tenían las rocas del principio del Cretácico para entender la historia de los dinosaurios, como las de la formación geológica conocida como Bajada Colorada, sobre el valle medio del río Limay, en la Patagonia Norte, donde descubrió fósiles de unos 130 millones de años atrás.

Más tarde, uno de sus discípulos, Sebastián Apesteguía, junto con Pablo Gallina, investigadores de CONICET en la Fundación Félix de Azara, de la Universidad Maimónides, se asociaron con el equipo paleontológico del Museo Municipal Ernesto Bachmann, de Villa El Chocón (Neuquén) formado por Alejandro Haluza y Juan Canale, con el fin de explorar rocas que hubieran sido depositadas bien al principio del Cretácico, hace alrededor de 140 millones de años. Curiosamente, esta campaña fue financiada en parte por la Jurassic Foundation, fundación estadounidense formada con el dinero recaudado por la película Parque Jurásico.

Nada más comenzar los trabajos en 2010, hallaron un sitio con huesos muy deteriorados por la erosión y empezaron a trabajar con la esperanza de que aparecieran algunos en mejor estado. Los restos hallados ese año y en las campañas de 2012 y 2013 se acumularon en el laboratorio de preparación fosilífera del museo Bachmann de Villa El Chocón. Cuando los técnicos del laboratorio de paleontología comenzaron a componer las piezas se llevaron una sorpresa: los materiales no correspondían con ninguno de los grupos de dinosaurios conocidos hasta el momento.

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Leinkupal laticauda se defiende de depredadores. (Ilustración: Jorge Antonio González)

Por eso, el estudio concluyó que se trataba de una nueva especie que fue nombrada como Leinkupal laticauda. En idioma mapudungún o mapuche Leinkupal significa “familia que desaparece”, ya que el hallazgo corresponde al último hallazgo mundial conocido de un dinosaurio de la familia de los diplodócidos, y laticauda, que en latín significa “cola ancha”, ya que esta característica hace bastante particular a este dinosaurio.

El material estudiado es un esqueleto desarticulado y entremezclado con huesos de otro dinosaurio, por lo que debió analizarse con cuidado la anatomía del espécimen para poder determinar cuáles huesos le pertenecían y cuáles no. De entre los huesos descubiertos se ha nombrado a una vértebra de la cola como material tipo, o portador del nombre del dinosaurio, mientras que el resto del espécimen estudiado está compuesto por tres vértebras del cuello, una de la espalda y cuatro más de la cola.

El análisis filogenético, es decir, de las relaciones de parentesco, muestra que Leinkupal era un Diplodocidae bien definido, del subgrupo de los diplodocinos, como el conocido Diplodocus de Norteamérica o el africano Tornieria. Leinkupal es el único registro de un diplodócido para Sudamérica.

La historia de los brontosaurios, nombre común de los Diplodocidae, con sus larguísimos cuellos y colas, se ha escrito sobre todo en el Hemisferio Norte. Son los dinosaurios más conocidos de Norteamérica, probablemente por estar presentes en series y películas, desde Los Picapiedra a los colosos por entre cuyas patas pasaban en moto en Jurassic Park 2. Sus fósiles se han hallado en abundancia en rocas del Jurásico Superior de Estados Unidos. Ese fue el mejor momento de los diplodócidos, hace entre 144 y 200 millones de años. Numerosas especies poblaban Norteamérica, la península ibérica, e incluso un continente austral: África, el único registro en el Hemisferio Sur hasta ahora y su última señal, porque a finales del Jurásico parecían haberse extinguido en todo el mundo.

Los 8 o 9 metros que debía medir el Leinkupal son diminutos en comparación con sus parientes del Jurásico de Norteamérica que alcanzaban los 20 metros de longitud. Además, el hallazgo de dientes sueltos en la misma localidad sugiere que otros saurópodos estaban también presentes. Parientes lejanos son los rebaquisáuridos, con sus hocicos anchos, y los dicreosáuridos, con sus lomos espinosos, que sí se han encontrado en Argentina.

A pesar de su modesto tamaño, su cola era aún más poderosa que la de sus otros parientes brontosaurios. Las vértebras de la cola, principales características de Leinkupal, son muy anchas y neumatizadas (con cavidades donde alojaba sacos con aire), donde se insertaban fuertes músculos que le permitían dar poderosos coletazos laterales, de un modo aún más marcado que el de otros diplodócidos.

En la zona afloran rocas de unos 140 millones de años de antigüedad, conocidas como Formación Bajada Colorada, depositadas en una época en la que, como aún no existía la cordillera de los Andes, y el océano Atlántico comenzaba a esbozarse, la región de Neuquén era bañada por el océano Pacífico. Los dinosaurios imperantes eran bastante diferentes de los del Cretácico Superior (saurópodos titanosaurios y terópodos abelisaurios) que luego se harían tan conocidos en Neuquén. Aquí, apenas culminado el período Jurásico e iniciado el Cretácico, el mundo era diferente. Los dinosaurios carnívoros incluían principalmente a parientes de los alosaurios, mientras que los saurópodos de cuello largo estaban integrados por formas variadas que incluían grandes parientes de los braquiosaurios.

Gran parte de la evidencia apunta a que los primeros diplodócidos se habrían originado en el Jurásico, y que prosperaron y evolucionaron aisladamente tras la separación de Pangea (en Laurasia al norte y Gondwana al sur) y la formación del desierto, lo que dio como resultado que se originaran grupos característicos para cada región. De los del sur sólo conocemos hasta el momento uno de África y uno en Patagonia: Tornieria africana y Leinkupal laticauda.

Los materiales fósiles originales de este saurópodo se hallan depositados en el Museo Paleontológico “Ernesto Bachmann”, de Villa El Chocón, Neuquén. (Fuente: José Pichel Andrés/DICYT)
http://noticiasdelaciencia.com/not/10381/hallada_la_especie_mas_joven_de_diplodocido_conocido_y_la_unica_de_sudamerica/