jueves, 30 de enero de 2014

No digas guau, di hola

Investigadores escandinavos desarrollan un aparato capaz de convertir en palabras los pensamientos de los perros

Los investigadores prueban un prototipo del No More Woof en un perro. / CEDIDA POR LA SOCIEDAD NÓRDICA PARA LA INVENCIÓN Y EL DESCUBRIMIENTO

Los perros parlantes ya no pertenecen solo a las películas, dibujos animados y aplicaciones para Android. Un grupo de investigadores escandinavos se propuso la tarea de sacar las mascotas fantásticas de las pantallas y meterles en la vida real. Y ahora ya están listos para enseñar al mundo la primera versión del No More Woof (no más ladridos), un dispositivo portable y externo que es capaz de traducir los pensamientos de los canes al lenguaje humano.
El proyecto puede sonar un tanto disparatado, pero sus creadores señalan que es bastante sencillo, puesto que se valen de mecanismos técnicos ya utilizados en otras áreas, como la electroencefalografía y la microcomputación. “La tecnología ya está ahí, lo que hacemos básicamente es empaquetarla de una manera diferente”, dice Per Cromwell, cofundador de la Sociedad Nórdica para la Invención y el Descubrimiento, el laboratorio que se dedica a desarrollar este producto.
Lo primero que hace el dispositivo es medir las señales eléctricas de la mente del animal a través de sensores de encefalogramas. Luego una interfaz computadorizada los convierte en palabras, que son proferidas por un pequeño altavoz acoplado al aparato. “Cada cerebro genera patrones cuando piensa, por lo que solo tenemos que mapear estos patrones e interpretarlos. En el caso de los perros, hemos logrado identificar y distinguir entre las sensaciones de cansancio, enfado, curiosidad y hambre”, explica Cromwell.
Aunque de momento los perros solo pueden expresarse con un único tipo de voz, los investigadores están trabajando para que haya un abanico de timbres y sonidos que se adapten a la raza y personalidad de cada can. Además, pretenden ofrecer el producto no solo en inglés, sino también en francés, español y chino.
“Escuchar lo que está pensando un animal es un concepto fascinante, y poder comunicarse con ellos es un sueño para muchas personas”, opina Cromwell sobre el enorme interés que generó su proyecto en la plataforma de crowdfunding Indiegogo. En apenas un mes consiguieron recaudar 20.000 dólares –el doble de la meta que habían establecido- para financiar su investigación. “Ha sido abrumador, debo decir”, dice el cofundador.
En la página de la campaña se puede aportar pequeñas donaciones o adquirir por adelantado un prototipo del producto. Hay cuatro versiones disponibles en la preventa, cuyos precios varían entre 65 y 600 dólares, de acuerdo con la cantidad de funciones y el grado de precisión del dispositivo. Los investigadores resaltan, sin embargo, que todos los prototipos iniciales (que los compradores recibirán dentro de dos meses) serán muy básicos: “Aunque estamos encantados con los resultados hasta el momento, nos gustaría enfatizar que este es un trabajo en proceso y no un producto acabado. Todavía”.
La Sociedad Nórdica para la Invención y el Descubrimiento es un pequeño laboratorio fundado por un grupo de comunicadores de profesión que descubrieron que “crear productos interesantes es mucho más divertido que hacer publicidad o relaciones públicas”. Además delNo More Woof, se empeñan en desarrollar otros aparatos igualmente inusitados, como la alfombra que vuela por medio de imanes, la escopeta que dispara semillas de flores en vez de balas o el sillón hamaca que recarga tu tableta.

El sexo de las células madre

Las células madre hematopoyéticas responden a los estrógenos, hormonas femeninas

Científicos de Dallas, Texas, demuestran que proliferan más que las masculinas

De las células madre se podía esperar cualquier cosa menos que tuvieran sexo. Y, sin embargo, así es. Científicos de Dallas, Tejas, han mostrado en ratones que un tipo de células madre (las hematopoyéticas, que generan los glóbulos rojos y blancos de la sangre) responden a los estrógenos, una clase principal de hormonas femeninas, y que esto las hace proliferar más que sus colegas masculinas. Los niveles de estrógeno aumentan durante el embarazo, lo que acelera la producción de células de la sangre para satisfacer la voraz demanda del nuevo inquilino.

Las células madre de las que oímos hablar desde hace 15 años son las pluripotentes, que son capaces de convertirse en cualquier tejido u órgano del cuerpo. Pero el desarrollo humano —como el de cualquier animal— se basa en una especialización progresiva, y ello incluye a las células madre, que pasan de la pluripotencia a una versatilidad cada vez más restringida. El ejemplo mejor conocido son las células madre hematopoyéticas, que residen en la médula ósea y ya no pueden convertirse en estómago o cerebro, pero sí en toda la gama de células rojas y blancas que constituyen la sangre y el sistema inmune. Estas son las células madre que se regulan de forma distinta en machos y hembras, según la investigación que presentan este miércoles en Nature Sean Morrison y sus colegas del Southwestern Medical Center de la Universidad de Tejas, en Dallas.
Se sabía por estudios anteriores que las células madre podían diferir en machos y hembras, pero solo en los órganos sexuales y en los tejidos sexualmente dimórficos, como las mamas. Estos tejidos, como muchos otros, contienen células madre que se van autorrenovando y van generando los tipos celulares diferenciados adecuados para el mantenimiento del órgano en cuestión. Si el tejido difiere entre sexos, parece lógico que las células madre que lo renuevan se comporten de manera distinta en un sexo y otro.
El desarrollo de la sangre, sin embargo, se suponía igual en machos y hembras, como el de cualquier otro tejido de los no dimórficos sexualmente, que son la mayoría. Si las células madre de estos tejidos neutros, o epicenos, eran capaces de discernir el sexo del organismo en que residen era “una cuestión fundamental que no había sido explorada”, según reconocen en Nature Dena Leeman y Anne Brunet, de la Universidad de Stanford.
El dimorfismo sexual de la sangre no se había descubierto anteriormente porque la médula ósea de machos y hembras contiene una proporción muy similar de células madre hematopoyéticas. No es su proporción, sino su tasa de división, la que responde a los estrógenos. Estas divisiones son asimétricas: una célula madre se divide para dar otra célula madre idéntica a la primera y una célula distinta, más diferenciada (o especializada).
Las altas tasas de proliferación no suelen salir gratis en biología. Parte de la preservación de las células madre en su condición original, inmadura o virginal se debe precisamente a que sus tasas de división son bajas: forman una población celular quiescente, poco activa. Cada ronda de división implica replicar el genoma entero, y el proceso acumula errores una ronda tras otra. Además, cuantas más células madre gaste un organismo en su juventud, menos le quedarán para la madurez. Los científicos examinarán a continuación si estos problemas pueden tener también una componente sexual.