lunes, 10 de febrero de 2014

Disminuir los niveles de cloruro mejora el comportamiento autista en ratones

Un medicamento administrado en ratones con autismo, la bumetanida, impide el comportamiento asociado a la enfermedad en su descendencia. Estas son las optimistas conclusiones de un estudio que también prevé progresos en humanos, en los que no hay manera de detectar el trastorno antes del nacimiento.

Las causas del trastorno del espectro autista (TEA) son complejas y hasta ahora no se conocen bien. Parte de la culpa parece estar detrás de la excitación prolongada de las neuronas a manos del principal neurotransmisor del cerebro, el ácido gamma-aminobutírico o GABA.
Este neurotransmisor normalmente excita las neuronas en el cerebro del feto en crecimiento y luego se calma durante el parto. Además, se trata de un interruptor mediado por la oxitocina de la madre, liberada en grandes cantidades durante el nacimiento y que provoca una disminución en el nivel de cloruro –una molécula de señalización clave–.
Los investigadores fueron capaces de reducir los niveles de cloruro a una cantidad apropiada y, a su vez, restaurar el mecanismo interruptor de GABA
El problema radica en que en el autismo, este interruptor no funciona y las neuronas se mantienen excitadas. Según los expertos, esto se debe a que el cloruro trabaja a concentraciones más altas que lo que debería dentro de las neuronas.
Ya en 2012, se llevó a cabo un ensayo clínico en el que se administró a más de 50 niños con autismo o síndrome de Asperger (uno de los TEA más comunes) un fármaco que disminuía el cloruro. El fármaco, bumetanida, redujo la severidad de ambos trastornos, con pocos efectos secundarios.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la última edición de la revista Science, se propuso entender mejor si la bumetanida afecta a los procesos celulares que subyacen al interruptor de GABA en la forma en que los primeros autores creyeron que lo hacía (reduciendo los niveles de cloruro).
Para determinar si la restauración del interruptor por sí solo podría reducir los síntomas autistas, los autores, liderados por investigadores de la Universidad de Aix-Marsella (Francia) estudiaron dos modelos de roedores de la enfermedad, una causada por un gen y otra causada por la exposición del feto a un medicamento llamado valproato.
Los científicos encontraron que la oxitocina no se transmitió de la madre al bebé en cualquiera de los modelos de roedores, y como resultado, el cloruro se fabricó a concentraciones más altas de lo que debería dentro de las neuronas fetales.
Por el contrario, mediante la inyección de las madres con bumetanida, los investigadores fueron capaces de reducir los niveles de cloruro a una cantidad apropiada y, a su vez, restaurar el mecanismo interruptor de GABA (que pasó de excitador a inhibidor, como era de esperar).
Así, los autores concluyen que la descendencia expuesta a este tratamiento (administrado un día antes del parto) no mostró rasgos de autismo.
Validación de resultados
En la actualidad se están realizando ensayos clínicos adicionales con este medicamento en Europa
"Este estudio valida los ensayos clínicos con bumetanida para reducir el cloruro y restaurar la fuerte inhibición GABAérgica en los seres humanos con autismo", explica el autor principal del estudio, Yehezkel Ben-Ari, de la institución francesa y director emérito de investigación en el Instituto nacional de la salud y la investigación médica (Inserm).
En la actualidad se están realizando ensayos clínicos adicionales con este medicamento en Europa. “Esta es una de las estrategias clínicas más prometedoras para los TEA disponibles hoy en día", añade Ben-Ari.
"La observación de que un único tratamiento a la madre antes del parto previene la expresión de características del autismo en los hijos ilustra la importancia de las condiciones en el parto", apunta, "y las sorprendentes consecuencias a largo plazo de un mal comienzo".
En conjunto, el trabajo de Ben-Ari y sus colegas sugiere que los niveles de cloruro anormales pueden provocar defectos en el interruptor GABA asociados con el autismo, y que estos niveles de cloruro pueden ser tratables pasada la infancia.
"El diagnóstico precoz de los TEA, junto con el uso de un fármaco como la bumetanida, son posibles futuras terapias", continúa el investigador. "Los tratamientos conductuales pueden verse reforzados por estos tratamientos farmacéuticos y podrían facilitar su éxito, restaurando la comunicación con el niño a una edad temprana", concluye.

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