Imagine unas lentes de contacto que incorporan un minúsculo chip y un sensor capaz de detectar al segundo los niveles de azúcar en las lágrimas. Un dispositivo con luces led que se encienden si la cantidad de glucosa es superior o inferior a los umbrales definidos de forma personalizada para cada usuario.
Estas lentillas, en fase aún muy preliminar, son el último proyecto hecho público surgido del Google X, el laboratorio de ideas del gigante de Internet del que antes ya salieron artilugios como las Google Glass (las gafas inteligentes lanzadas por la compañía) o un coche sin conductor. La compañía da así un paso más en su estrategia de extender el uso de la tecnología para resolver problemas de la vida cotidiana, en este caso, relacionados con la medicina.
La diabetes se caracteriza por el exceso de azúcar en la sangre y el tratamiento de la enfermedad (la administración de insulina o de fármacos) tiene por finalidad regular los niveles de glucosa, por lo que en este tipo de pacientes (unos tres millones en España) es clave la medición de la glucosa. El medio empleado en la actualidad es la detección en sangre capilar. A través de un pinchazo en la yema del dedo o del lóbulo de la oreja se obtiene una gota de sangre que se deposita unas en tiras reactivas que, a su vez, analiza un pequeño dispositivo.
Estos pinchazos son incómodos, “especialmente en los niños que debutan en la enfermedad o en personas mayores”, comenta Javier Salvador, presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Salvador. Pero cuanto más se monitoriza la glucemia (en niños puede recomendarse la medición seis, siete o más veces al día) mejor controlados están los enfermos y se evitarán complicaciones a largo plazo. De ahí la ventaja de contar con procedimientos sencillos e indoloros como el presentado ayer por Google. “Si finalmente acaba funcionando, será un dispositivo muy útil”, destaca Javier Salvador.
La iniciativa se encuentra todavía en sus fases iniciales, como reconocieron ayer en un blog de la empresa sus impulsores, Brian Otis y Babak Parviz al hacerla pública: “Aún queda mucho por hacer antes de que esta tecnología se convierta en algo que la gente pueda usar”. Los dos ingenieros de la división más arriesgada de la firma estadounidense destacaron los buenos resultados obtenidos con su prototipo y las conversaciones mantenidas con la Agencia Estadounidense del Medicamento (la FDA, la misma que hace unos meses ordenó a 23andMe, empresa participado por Google, dejar de distribuir un test genético por no haberse sometido a sus recomendaciones). Los investigadores aprovecharon el comunicado para pedir la ayuda de socios “expertos en comercializar productos como estos y capaces de desarrollar aplicaciones para que [las lentillas] sean manejables tanto por el paciente como por el médico”.
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